Levanta tus manos y reclama lo que es tuyo

Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti. Josué 10:8

Muchas veces hemos pasados por momentos difíciles. Hemos perdido trabajo, ruptura de matrimonios, hijos en algún tipo de vicios, perdida de hogar, llamadas constantes de acreedores y tantas cosas más. Hoy, Dios nos recuerda que hagamos como Josué, que hagamos como Abraham, que hagamos como el rey David, que hagamos como el rey Salomón y muchas otras personas que le creyeron a Dios. Ellos levantaron sus manos ante la presencia de Dios y reclamaron lo que le pertenecía.

Recientemente, estaba leyendo la historia de Josué en Josué 10, cuando se unió los reyes de los amorreos a combatir Gabaón. El pueblo de Gabaón solicito ayuda a Josué.   Y, subió Josué con sus guerreros y todos los hombres valientes para ayudarles. Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti. Por lo que Jehová, los ayudo, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel mataron a espada. Fue a tal extremo que el sol se detuvo y la luna se paró. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel.

 Y los cinco reyes huyeron, y se escondieron en una cueva en Maceda.  Y fue dado aviso a Josué que los cinco reyes habían sido hallados escondidos en una cueva en Maceda. Entonces Josué dijo: Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva, y poned hombres junto a ella para que los guarden;  y vosotros no os detengáis, sino seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano.  Y aconteció que cuando Josué y los hijos de Israel acabaron de herirlos con gran mortandad hasta destruirlos, los que quedaron de ellos se metieron en las ciudades fortificadas. Todo el pueblo volvió sano y salvo a Josué, al campamento en Maceda; no hubo quien moviese su lengua contra ninguno de los hijos de Israel.  Entonces dijo Josué: Abrid la entrada de la cueva, y sacad de ella a esos cinco reyes. Y lo hicieron así, y sacaron de la cueva a aquellos cinco reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquis y al rey de Eglón.

Y cuando los hubieron llevado a Josué, llamó Josué a todos los varones de Israel, y dijo a los principales de la gente de guerra que habían venido con él: Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de estos reyes. Y ellos se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de ellos.  Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra los cuales peleáis. Y es aquí mis queridos amigos, que Dios nos recuerda que al levantar tus manos al cielo y pides ayuda al Todopoderoso Dios pondrá todos tus enemigos bajos tus pies. Cuán importante saber que no estamos solos. Es importante reconocer que en Cristo Jesús somos poderosos y que solo hay que extender nuestras manos y pedir la ayuda para que podamos pisar tus circunstancias y reconocer que ellas no nos pueden vencer.

Oración: Abre ti corazón

Señor Jesús, estoy delante de tu presencia pidiéndote perdón. Hoy, levanto las manos al cielo para pedirte ayuda. Reconozco que solo en ti, Jesús, puedo ganar batallas. Te lo pido en tu nombre Jesús, Amen.

Consejos

Mis queridos amigos, muchas veces pensamos que con nuestras propias fuerzas podemos ganar pero, la verdad es que, solo no podemos. Muchas veces decimos “lo he intentado todo y ¿no sé porque no funciona? Pues, quiero decirte amigo que lees este blog, aun no has intentado levantar tus manos al cielo y reclamar lo que te pertenece. Dios nos da el poder cuando reconocemos que él es el Dios que nos defiende y que el gana batallas. Jesús nos recuerda que cuando reclamamos lo que nos pertenece, pisamos la cabeza del enemigo. Jesús nos dice “No temáis, ni os atemoricéis; sed fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra los cuales peleáis”.