Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Lucas 12:37.
Hoy, siento escribir unas palabras que mi corazón y mi mente me inquietan solo a escribir de una forma sencilla y precisa, la mesa está servida. Pues, esto me lleva a pensar sobre un evento bíblico (Mateo 22:1-14) donde Jesús dio una parábola sobre un Rey que su hijo se iba a casar y quería dar una gran fiesta. El Rey invito a sus convidados, pero sus convidados estaban tan ocupados y tenían tantas excusas que nunca llegaron a la fiesta. Tanto, fue así que el Rey volvió a enviar a sus siervos, pero continuaron con sus afanes y hasta otros mataron a los sirvientes del Rey. El Rey enterándose de todo lo sucedido se molestó y mandó al ejército a destruir a los homicidas y quemó su ciudad.
Entonces, le dijo el Rey a sus siervos que las bodas están preparadas sin embargo, los convidados no eran dignos. Y, les dio instrucciones a sus siervos de ir a invitar a todo aquel que encontrasen en el camino. Por lo que, así hicieron los siervos. Pero, cuando el Rey entró a celebrar con sus invitados, vio allí un hombre que no estaba vestido de boda, le pregunto qué estaba haciendo ahí, más él no le contesto. Por lo tanto, el Rey le dio instrucciones de sacadle y echarlo en las tinieblas de afuera; donde será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son los llamados y poco los escogidos. ¿Qué significa esta parábola en nuestra actualidad?
Mis querido amigos, cuantas veces nuestro Dios ha preparado la mesa para ti, pero aun en tu afán no le das la importancia ni el tiempo para detenerte y acercarte a la mesa. Tu diario vivir es tan ocupado, lleno de tantas cosas, y hasta dice que no tienes tiempos para tonterías y fanatismo. Y, aun los que alguna vez han conocido de Jesús, están en la misma sintonía de aquel que nunca le ha conocido. Vemos a Jesús como un mito religioso, como una tradición, y hasta se niega su existencia. Y, tanto es así que muchos no se atreven a mencionar su nombre por el que dirán, y le damos otros nombres como el universo, la energía, lo divino, y otros tantos apodos para que los otros oyentes no piensen que eres religioso o cristiano. Fuerte, ¿verdad? Si, palabras fuertes, pero con una gran realidad.
A veces no queremos admitir en quien hemos creído y vamos a la iglesia no para reconocer que Dios sigue siendo Dios sino para que el hombre terrenal te vea que eres un religioso más. ¿Dónde está Dios en tu vida, que parte de la ecuación matemática y científica es la que no entiendes? ¿Dónde está el verbo en tu vida, la acción ha ejecutar? Mis queridos amigos (as) la mesa está servida. Una mesa llena de bendición. Una mesa llena de alimentos y regalos preciosos por que proviene del Rey. Le puedes llamar Jehová, padre; Hijo, Jesús, y Espíritu Santo porque los tres son uno, pues es una parte de una ecuación matemática difícil de explicar, pero con conceptos teológicos llenos de poder.
Mis queridos amigos (as), hoy estas invitado a la mesa para formar parte de las bodas, de un Rey que viene a buscar a un pueblo libre de pecados, a un pueblo que le sirva en espíritu en verdad. Y, sobre todo amigo(a) que todavía hay una nueva oportunidad de acercarte a la mesa y ser bendecido por el anfitrión de la boda. No esperas más, pues esperar más tiempo puede que sea demasiado tarde. Hoy, es tu día y el de tu casa para llegar a la mesa del Rey, y serás transformado, bendecido, y tus vestiduras serán de invitado de honor a las bodas del Cordero, Jesús. No esperes a que la fiesta se termine y no haya más alimento en la mesa, pues luego vendrá el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son los llamados y poco los escogidos. Decide hoy ser uno de los escogidos.
Oración: Abre tu corazón
Señor Jesús, estoy delante de tu presencia pidiéndote perdón. Perdóname por estar afanado en este mundo terrenal y olvidarme que tú has estado siempre presente. Tú, Jesús, me has invitado muchas veces a la mesa, pero mi orgullo y el que dirán me han detenido recibir mi bendición. Hoy, quiero formar parte de tus invitados. Perdóname y trasforma mi vida con vestiduras de boda. Amen.
Consejo
Mis queridos amigos (a), no tengo muchas palabras, pero si te puedo decir que dejes ya las tonterías y el afán que te atan los cuales no te dejan crecer espiritualmente. Cuando tienes un encuentro personal con Jesús, todo fluye como la leche y la miel. Solo acércate y experimenta lo que es ser invitado de Jesús. Busca una iglesia que sirvan y prediquen del Padre, Jesús, y el Espíritu Santo porque las puertas de los cielos están por abrirse. Es una oportunidad más que el Rey te invita a la mesa. No pierdas más el tiempo, acércate a Jesús.