Eres Especial Para Dios

Ya que eres precios a mis ojos, digno de honra, y yo te amo,… Isaías 43:4

En estos días, estuve compartiendo con unas personas maravillosas y dentro de sus conversaciones escuchaba sobre lo especial que son sus hijos autista y a la misma vez poco entendidos en nuestra sociedad. Triste saber que aun en estos días, no se le brinde una educación y la atención adecuada en escuelas públicas o hasta privadas. Al leer algunos mensajes enviados por las redes sociales me impacto un mensaje recibido ya que se relacionaba con lo discutido durante esta semana. Este mensaje cautivo mi atención y toco mi corazón, por lo que, deseo compartir el siguiente mensaje con ustedes:

En una fiesta organizada en una escuela de niños con capacidades especiales, el padre de un estudiante pronunció un emotivo discurso que nunca será olvidado por las personas que lo escucharon.

Después de felicitar a la escuela y a todos los que trabajan en ella, este padre hizo el siguiente razonamiento: -“Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección”.

-Pero mi hijo, Herbert, no puede aprender como otros niños lo hacen.

-No puede entender las cosas como otros niños. ¿Dónde está el orden natural de las cosas en mi hijo?

La audiencia quedó impactada por la pregunta.

El padre del niño continuó diciendo: ‘Yo creo que cuando un niño como Herbert, física y mentalmente discapacitado, viene al mundo, una oportunidad de ver la naturaleza humana se presenta, y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan a ese niño’.

Entonces contó que un día caminaba con su hijo Herbert cerca de un parque donde algunos niños jugaban baseball. Herbert le preguntó a su padre:

-‘¿Papá, tú crees que me dejen jugar?’

Su padre sabía que a la mayoría de los niños no les gustaría que alguien como Herbert jugara en su equipo, pero el padre también entendió que si le permitían jugar a su hijo, le darían un sentido de pertenencia muy necesario y la confianza de ser aceptado por otros a pesar de sus habilidades especiales.

El padre de Herbert se acercó a uno de los niños que estaban jugando y le preguntó (sin esperar mucho) si Herbert podría jugar.

El niño miró alrededor por alguien que lo aconsejara y le dijo: Estamos perdiendo por seis carreras y el juego está en la octava entrada. Supongo que puede unirse a nuestro equipo y trataremos de ponerlo al bate en la novena entrada’.

Herbert se desplazó con dificultad hasta la banca y con una amplia sonrisa, se puso la camiseta del equipo mientras su padre lo contemplaba con lágrimas en los ojos por la emoción.

Mientras Herbert se sentaba entre el grupo de los que esperaban su posibilidad de jugar, su padre lo contemplaba. Los otros chicos notaron algo muy evidente: la felicidad del padre cuando su hijo era aceptado.

Al final de la octava entrada, el equipo de Herbert logró anotar algunas carreras pero aún estaban detrás en el marcador por tres.

Al inicio de la novena entrada, Herbert se puso un guante y jugó en el jardín derecho.

Aunque ninguna pelota llegó a Herbert, estaba obviamente extasiado solo por estar en el juego y en el campo, sonriendo de oreja a oreja mientras su padre lo animaba desde las graderías.

Al final de la novena entrada, el equipo de Herbert anotó de nuevo. Ahora con dos ‘outs’ y las bases llenas la carrera para obtener el triunfo era una posibilidad y Herbert era el siguiente en batear.

Con esta oportunidad, ¿dejarían a Herbert batear y renunciar a la posibilidad de ganar el juego? Sorprendentemente, Herbert estaba al bate.

Todos sabían que un solo ‘hit’ era imposible porque Herbert no sabía ni como agarrar el bate correctamente, mucho menos pegarle a la bola.

Sin embargo, mientras Herbert se paraba sobre la base, el ‘pitcher’, reconoció que el otro equipo estaba dispuesto a perder para brindarle a Herbert un gran momento en su vida, se movió unos pasos al frente y tiró la bola muy suavemente para que Herbert pudiera al menos hacer contacto con ella.

El primer tiro llegó y Herbert abanicó torpemente y falló.

El ‘pitcher’ de nuevo se adelantó unos pasos para tirar la bola suavemente hacia el bateador.

Esta vez Herbert abanicó y golpeó la bola tan suavemente que ésta cayó justo enfrente del ‘pitcher’.

El juego podría haber terminado. El ‘pitcher’ podría haber recogido la bola y haberla tirado a primera base.

Herbert hubiera quedado fuera y habría sido el final del juego. Pero, el ‘pitcher’ tiró la bola muy alto sobre la cabeza del niño en primera base, fuera del alcance del resto de sus compañeros de equipo.

Todos los espectadores en las graderías y los jugadores de ambos equipos empezaron a gritar ‘Herbert corre a primera base, corre a primera’ nunca en su vida Herbert había corrido esa distancia, pero logró llegar a primera base. Corrió justo sobre la línea, con los ojos muy abiertos y sobresaltados.

Todos gritaban, ‘¡Corre a segunda, corre a segunda!’. Herbert, recobrando el aliento, corrió con dificultad hacia la segunda base.

Para el momento en que Herbert llegó a segunda base el niño del jardín derecho tenía la bola. Era el niño más pequeño en el equipo y sabía que tenía la oportunidad de ser el héroe del día. Sólo tendría que tirar la bola a segunda base, pero había entendido las intenciones del ‘pitcher’ y la tiró demasiado alto, por encima de la cabeza del niño en tercera base.

Herbert corrió a tercera base mientras que los corredores delante de él hicieron un círculo alrededor del ‘home’.

Cuando Herbert llegó a tercera, los niños de ambos equipos, y los espectadores, todos, estaban de pie gritando ‘¡corre a ‘home’! corre’.

Herbert corrió al ‘home’, se paró en la base con sus brazos en alto, rebosando felicidad, giró la cabeza mirando a su padre… mientras (cosa extraña) los jugadores de ambos equipos lo vitoreaban y abrazaban como el héroe que bateó el ‘grand slam’ y ganó el juego para su equipo. ‘Ese día’, dijo el padre con lágrimas bajando por su rostro, ‘los niños de ambos equipos se confabularon dándole a este mundo una muestra de verdadero amor y humanismo’.

Herbert no sobrevivió otro verano. Murió ese invierno, sin olvidar nunca haber sido el héroe y haber hecho a su padre muy feliz, haber llegado a casa y ver a su madre llorando de felicidad y ¡abrazando a su héroe del día!

Nosotros tenemos miles de oportunidades cada día para ayudar a que se realice ‘el orden natural de las cosas’. Un sabio dijo una vez que: ‘Toda sociedad será juzgada por cómo trata a los menos afortunados… Por lo que, es tiempo que en este siglo 21, nuestras sociedad tenga un despertar y sensibilidad hacia otras personas porque para Dios todos somos especiales.

Oración: Abre tu corazón

Señor Jesús, perdóname si en mi humanidad me he enfocado en mí mismo y no en ayudar a otros. Señor Jesús dame la sabiduría y sensibilidad para atender y ayudar a otros que tengan alguna situación en sus vidas y que pueda ser canal de bendición. Te lo pido en tu nombre Jesús, Amen.

Consejo

Mis queridos amigos, tú que tienes a una persona amada y con necesidades especiales quiero decirte que solo no estas. Busca ayuda en tu comunidad, iglesia, organizaciones que te puedan dar las herramientas necesarias para ayudar a tu ser amado. Solo tienes que hablar con alguien y veras como las puertas de los cielos se abren, ese es Jesús. Él te dará la sabiduría, la paz, las fuerzas y los recursos para continuar hacia adelante. Solo ama con intensidad y ayuda a personas que son especiales para nuestro Dios.

Seamos juiciosos en no juzgar y en enviar mensajes que no sean de bendición para otros, pues tú no conoces su situación.