El Guerrero

Y Josué subió de Gilgal, él y toda la gente de guerra con él, y todos los valientes guerreros. Josué 10:7.

Al reflexionar sobre la guerra, podemos decir que sin soldados para la guerra no existen ejércitos. Las naciones o gobiernos se miden por el poder de su ejército. Los enemigos saben y planean estrategias para poder vencer al lado opuesto. Pero, también el enemigo se puede sentir intimidado si el otro lado tiene mayor número de soldados. También sabemos que un ejército se forma o reúne los mejores hombres y mujeres con todas las destrezas física, mental y emocional. Por lo que un guerrero, estará listo cuando llegue el momento de actuar ante su enemigo o adversario.

Por consiguiente, un guerrero siempre se prepara ante una guerra. Un guerreo aprende a fortalecer sus áreas débiles. Un guerreo puede tener victorias como también fracasos. El guerrero no nació sabiendo utilizar las armas de combate, por lo que comete errores en el transcurso de su formación como guerrero. Un guerrero, reconoce que en ocasiones actuó incorrectamente y tras el paso del tiempo aprende que con quienes actuó injustamente, esas personas en algún momento se volverán a enfrentar en su camino. Y, ese guerreo aprovecha el momento para corregir esa injusticia que le hizo alguna vez a esa persona. Pues, ese guerreo aprovecha cada oportunidad sin desperdiciar cada instante que la vida le da, pues un buen guerrero aprende el valor de la palabra coraje pues, asume su responsabilidad y su gesto es uno digno y no de cobardía.

Y, así es nuestras vidas como la del guerrero. Estamos siempre en el campo de batalla sea física, mental o emocional. Sufrimos en la batalla como un guerrero. Ganamos o perdemos. Pero, qué bueno que Dios nos pone la armadura de su Espíritu, lo cual nos permite no darnos por vencidos, aprender de nuestro errores y a reconocer nuestro errores. Por lo cual, la armadura del Espíritu nos permite estar equipados como un guerrero. Aprendemos a fortalecer nuestra fe, aprendemos a no darnos por vencido y a perseverar en medio de conflicto.

Todos somos guerreros ante las experiencias de la vida donde a través de las adversidades aprendemos a valorar lo que tenemos, aprendemos a moldear nuestro carácter, aprendemos que existen segunda oportunidades las cuales no debemos vacilar sino tomar acción. Pero, sobre todo aprendemos a no bajar la guardia y estar firmes, tener la mirada hacia al frente y velar que no invadan tu paz y tu felicidad. Pero, sobre todo tener paz porque solo no estás en esa guerra, Jesús es tu capitán, tu escudo y protector.

Oración: Abre tu corazón

Señor Jesús, estoy delante de tu presencia pidiéndote perdón. Hoy, quiero comenzar aprender las destrezas de un guerrero donde mi fe sea fortalecida y donde yo pueda mantener mi mirada fija en ti, Jesús. Amen.

Consejo

Mis queridos amigos(as), todos somos guerreros. Unos usan sus destrezas para ayudar y quizás otros las usen para lastimar. Quizás con el paso del tiempo, esas personas que ayudaste están siempre agradecidas y al cruzarte en su camino estarán siempre dispuestos ayudarte a levantar. Y, si fuiste de los que lastimaste, y te cruza en el camino de esas personas, es tiempo de ser un buen guerrero y reconocer el error y pedir perdón. Pues, mañana puede que seas tú quien pierda la batalla.

Guerrero, es tiempo de levantar tu cabeza en alto, tomar la armadura de la fe y confiad que la batalla nunca durara por mucho tiempo. Pero, sobre todo que tienes el mejor aliado a tu lado, Jesús. Por lo que tú obtendrás la victoria.

Te recomiendo que busques aliados que te ayuden a levantar tus manos, a orar contigo y darte palabra de fortaleza. Busca ayuda de algún profesional. Lee la biblia y ora. Y, asiste alguna iglesia. Recuerda, solo no estas, pues hay miles de guerreros que te acompañan con un capitán que nunca pierde una guerra, Jesús.