Declarar con tu boca

así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado {el propósito} para el cual la envié. Isaias 55:11.

Hay momento s en nuestras vidas que decimos tantas cosas sin pensar las consecuencias de lo que laguna vez dijimos a nuestro hijo, a un amigo, a nuestro padres, aun a nuestro enemigo. Nos hemos también encontrado diciendo cosas negativas de nosotros mismos como por ejemplo no lo voy a lograr, no es para mí, etc. En otra parte, maldecimos a nuestro trabajo, hablamos que mi hijo(a) o mis padres, esposo(a), amigo es un adicto, un vago, un borracho, y tantas otras cosas que solo usted reconoce. Hoy, el tiempo ha llegado para declarar bendición en vez de maldición.

Es tiempo de decir mi hijo(a) es un trabajador, mi trabajo es una bendición, mi jefe es el mejor, mi futuro es un exitoso, mi hijo(a), mi esposo(a), mi familia y todo lo que tengo le pertenece a Dios. Declaro un tiempo lleno de abundancia, declaro una familia saludable, declaro que mi negocio crecerá y será de bendición para otros pro lo que es tiempo de decir cosas positivas para que el universo escuche el poder que proviene de ti es uno extraordinario.

Mis queridos amigos, es tiempo que dejes de mirar a tu vecino, es tiempo de no declarar cosas pesimistas, es tiempo de auto-examinarnos y declarar lo poderoso y maravilloso que eres tú, que  tu familia es única  y todo lo que te rodea te pertenece porque eres un hijo(a) de Dios. Nada fue creado sin propósitos. Si tú existes en este universo, es porque tienes algo extraordinario que ofrecer y que también recibirás grandes bendiciones en tu vida. Solo queda que tú declares por tu boca la bendición y el poder de Dios sobre tu vida y casa.

Oración: Abre tu corazón

Señor Jesús, estoy delante de tu presencia pidiéndote perdón si por mi boca he declarado cosas que no ha sido bendición en mi vida. Hoy, declaro que tú seas mi Dios y que todo ira de bendición en bendición. Amén.

Consejo

Mis queridos amigos, es tiempo que hagamos un detente en nuestra vida llena de tanto afán. Es tiempo de meditar en nuestras palabras antes de que salgan de nuestra boca. Nos debemos de preguntar ¿lo que voy a decir es de bendición o maldición? Esto nos da tiempo de reflexionar antes de hablar.