En Su Presencia

Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Marcos 1:35

Llega momentos en nuestras vidas que nos quedamos completamente solos, lo que muchos llamamos soledad. Nos encontramos muchas veces hablando solos, y pensamos si ya estamos en el borde de la locura. Y, muchas veces no sabemos si en realidad sabemos aprovechar el máximo esa soledad. A muchos nos gusta estar solos y otros se desesperan pues no le gusta la soledad. El silencio de la soledad…

Una soledad que ocupa nuestro espacio el silencio. Un silencio que nuestra mente o pensamientos se aceleran en pensar tantas cosas y comenzamos hasta hablar sin que nadie este a nuestro alrededor. Pensamos si ya no tenemos familias o amigos y que todo lo que teníamos ha pasado a otro nivel de nuestras vidas. Pero…hoy Dios nos recuerda que en realidad no estamos en soledad, sino que quiere El aprovechar ese silencio para entablar una conversación contigo. Esos momentos íntimos que nos invita a una relación íntima.

Dios nunca quiso que estuviéramos solos. Sino que reconociéramos que Él es el camino, la verdad y la vida. Por lo que, tenemos entrado al reino para poder acercarnos al Padre en comunión y poder hablar como si fuera el amigo íntimo. El amigo que podemos llora, reír, quejarnos y hasta cuestionar los procesos de nuestras vidas. Y, lo mejor de todo que El no nos critica y que nos ama profundamente. Solamente Dios desea que nos acerquemos a su presencia.

Oración: Abre tu corazón

Señor Jesús deseo que me tu me dirijas en todos mis caminos. Y, que en este silencio pueda yo escuchar tu voz y yo pueda acercarme a ti con absoluta confianza. Amen.

Consejos

Mis queridos amigos, todos en algún momento de nuestras vidas vivimos la soledad y la frustración de no poder confiar en alguien para poder hablar con todas nuestras inquietudes. Pero, que bueno es Dios que nos recuerda que él es el Sumo Sacerdote y podemos entrar en su presencia para hablar como si fuera el mejor amigo íntimo de nuestra vida.

Habla, exprésate, dirígete a Él con reverencia y veras lo bien que te sentirás. La próxima vez que pienses que está hablando solo o te sientas aparentemente solo, pues en realidad nunca lo has estado. Dios siempre ha estado presente en tu vida como en la mía. Solo búscalo en ese silencio, en esa aparente soledad.